Palabras, muchas palabras. Dobles significados. Sarcasmos, ironías. Palabras hirientes, como balas. Manos temblorosas. Más palabras. Entonces una lágrima, y después de esta otra. Y al poco tiempo decenas de ellas corriendo por mis mejillas. Palabras. Pensamientos. Respiración agitada. Más palabras. Llantos. Lamentos. Frustración. En ese momento, lo único que quería era abrazarle, pero no podía, es lo que tiene la maldita distancia. Hubo una pausa, una especie de silencio, si se le puede llamar así. Yo reflexionaba, al menos lo intentaba. Él. Él no se realmente que haría. Al cabo del rato, por algún extraño motivo, cambio todo por completo. La situación anterior quiero decir. Dio un giro. No se por qué, pero me encanta cuando acabamos de discutir, estamos como más suaves, más tranquilos, más unidos, nuestra relación se hace más fuerte, dijo. Lo mejor de las discusiones son las reconciliaciones. En ese momento las lágrimas de rabia, de tristeza, cambiaron de sabor amargo a uno dulce. A lágrimas de felicidad, de emoción, no se, fue todo raro. Esa sensación.. Habíamos estado a punto de perdernos, pero en cambio, no fue así, y doy gracias.
Puuuaf, me has puesto la piel de gallina, en serio. Hacía tiempo que no me hacían sentir tanto con una entrada. Te felicito :)
ResponderEliminarHace tres días me encontraba en esa situación, ha sido imposible no sonreír al leerlo y recordar lo que paso :)
ResponderEliminar:') Me pasa muchísimo. Me identifiqué mucho, no tienes idea.
ResponderEliminarConmigo, las peleas son algo inevitable, pero las reconciliaciones después de una son maravillosas.
Precioso en serio, me ha encantado!
ResponderEliminarUn beso:) Pásate por mi blog, espero que te guste:D